escrito en Venezuela, 2008, dibujo de Jaison Villalobos
Porque
la vida no tenía ningún sentido si no sentía que podía perderla.
Y que se la ganaba, se la robaba a la muerte a cada instante. Por ese
motivo iniciaba peleas y violaba las leyes de tránsito todo el
tiempo. Es cierto que el hígado ya no le funcionaba igual que de
pequeño, es cierto que unas cuantas neuronas habían muerto en su
cerebro, pero valían las risas desdentadas que producían los
llantos ajenos, de aquellos que sufrían sus burlas o sus puños, y
siempre que se pudiera, ambas. Valía la venganza. La fuerza que
sentía su corazón henchido de orgullo, de saberse ganador, saberse
superior. Y su resentimiento seguía dando salivazos de alcohol y
chimó que escupían en la cara de cualquiera, porque todo extraño
es un contrincante, que puede hacerte cagar en cualquier instante.
Porque así fue, y así será. Salvo una vez, en la que pareció que
podía llegar a amar. Pero no quiso parecer maricón, y la cagó, y
ya no se lo preguntó; total siempre que el remordimiento aparece hay
a mano una Ice Polar.
Vieja
compañera. Desde temprano se vino hoy, con sus carteles brillantes y
sus chicas bonitas casi desnudas. ¿Te le animas al toro? le dijo una
de sonrisa casi cruel ¿Te le animas al toro? le dijo uno de sus
contrincantes, y él, que era bien macho y nunca achicaba frente a un
desafío se le animó. Y saltó la valla y fue la emoción de tanta
gente, que sólo ansiaba ver que alguien podía perder la vida
estúpidamente, que la sangre corría y no era la propia, que el toro
es un bruto animal y por eso, aunque llegue a matar ineludiblemente
va a morir, porque el individuo es superior, y sobre todo es superior
la Ice Polar que esa tarde le hacía ver doble, que les hacía
confundir a todos y no entender, no querer esforzarse en entender
quien mandaba realmente, quien estaba organizando todo eso, quien les
daba y quien les quitaba. Una leve sensación de mareo y vómito al
pisar la plaza, una leve sensación de que algo estúpido iba a
suceder, un miedito, pero ya no se lo preguntó porque estaba allí,
y si conseguía salir con éxito de seguro alguien le invitaría una
Ice Polar, y vio el toro acercándose y se dio la vuelta, y empezó a
correr, pero algo pasó no lo entendió estaba resbalando,
el
toro embistió,
pero
por suerte la Ice Polar tenía la mitad de su cuerpo adormecido,
y
aminoró el dolor,
de
tener un cuerno atravesándole el pulmón,
mas
no la sensación,
de
ser el patán más estúpido de mundo,
morir
por un resbalón,
y
el toro embistió,
y
embistió,
y
el cuerpo reboleó,
y
corneado el estúpido se murió,
pero
un instante antes su corazón se arrepintió,
y
aunque no mucho más comprendió,
sí
que la mentira lo atrapó.
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