jueves, 5 de abril de 2012

La Plaza de Toros


escrito en Venezuela, 2008, dibujo de Jaison Villalobos

Porque la vida no tenía ningún sentido si no sentía que podía perderla. Y que se la ganaba, se la robaba a la muerte a cada instante. Por ese motivo iniciaba peleas y violaba las leyes de tránsito todo el tiempo. Es cierto que el hígado ya no le funcionaba igual que de pequeño, es cierto que unas cuantas neuronas habían muerto en su cerebro, pero valían las risas desdentadas que producían los llantos ajenos, de aquellos que sufrían sus burlas o sus puños, y siempre que se pudiera, ambas. Valía la venganza. La fuerza que sentía su corazón henchido de orgullo, de saberse ganador, saberse superior. Y su resentimiento seguía dando salivazos de alcohol y chimó que escupían en la cara de cualquiera, porque todo extraño es un contrincante, que puede hacerte cagar en cualquier instante. Porque así fue, y así será. Salvo una vez, en la que pareció que podía llegar a amar. Pero no quiso parecer maricón, y la cagó, y ya no se lo preguntó; total siempre que el remordimiento aparece hay a mano una Ice Polar.
Vieja compañera. Desde temprano se vino hoy, con sus carteles brillantes y sus chicas bonitas casi desnudas. ¿Te le animas al toro? le dijo una de sonrisa casi cruel ¿Te le animas al toro? le dijo uno de sus contrincantes, y él, que era bien macho y nunca achicaba frente a un desafío se le animó. Y saltó la valla y fue la emoción de tanta gente, que sólo ansiaba ver que alguien podía perder la vida estúpidamente, que la sangre corría y no era la propia, que el toro es un bruto animal y por eso, aunque llegue a matar ineludiblemente va a morir, porque el individuo es superior, y sobre todo es superior la Ice Polar que esa tarde le hacía ver doble, que les hacía confundir a todos y no entender, no querer esforzarse en entender quien mandaba realmente, quien estaba organizando todo eso, quien les daba y quien les quitaba. Una leve sensación de mareo y vómito al pisar la plaza, una leve sensación de que algo estúpido iba a suceder, un miedito, pero ya no se lo preguntó porque estaba allí, y si conseguía salir con éxito de seguro alguien le invitaría una Ice Polar, y vio el toro acercándose y se dio la vuelta, y empezó a correr, pero algo pasó no lo entendió estaba resbalando,
el toro embistió,
pero por suerte la Ice Polar tenía la mitad de su cuerpo adormecido,
y aminoró el dolor,
de tener un cuerno atravesándole el pulmón,
mas no la sensación,
de ser el patán más estúpido de mundo,
morir por un resbalón,
y el toro embistió,
y embistió,
y el cuerpo reboleó,
y corneado el estúpido se murió,
pero un instante antes su corazón se arrepintió,
y aunque no mucho más comprendió,
sí que la mentira lo atrapó.

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