Las Desenladrilladores


¡Estamos super productivas! Tres libros nuevos, los tres con humor, ingenio, poesía, y un poco de delirio. De abajo para arriba: ¿Escucho bien?II, en realidad una reedición, humor gráfico de Sebastián Lemmi. la mejor definición de este libro me la dijo una compradora, a quien volví a encontrar al tiempo en una plaza: "Gracias, este libro lo usé mucho". La Materia, El Trabajo, La Poesía, éste de mi autoría y contiene poesía básicamente, con ilustraciones de Iván Aurelio, y cierra con una pequeña historietita. La definición se la dejamos a la pluma de Martín Schencman "La materia, el trabajo, la poesía, es un libro demasiado sincero, valor extraño de encontrar hoy en día, en el que se trasluce la fragilidad, lo urgente y necesario de ser amado. Es un libro escrito para quienes se mueven a pie, en el que se llega a la poesía luego de atravesar las miserias de la materia y el trabajo." Y el tercero, bien fresquito aunque un poco hongueado parece, es Diego Seoane, que ahora vive en Usuhaia. Prefiero decir nada más.   











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      Prólogo
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¡Y por fin, vuelve a la calle.!
Gracias a la colaboración de mucha gente que lo leyó, y pasa, una vez que lo leíste sucede, querés hacer todo lo que esté en tus manos para que este libro llegue a más manos, a más gente. Todos los libros de Dafne, escritora archileída en los barrios, bondis, en los trenes y plazas, donde difunde su obra, exigen ser leídos, pero este más que ningún otro.
Y creo que el principal motivo es: Solitùdine. En este libro Dafne hace un doble viraje en su prosa, abandonando la tercera persona omnisciente que todo lo ve, todo lo penetra, todo lo describe –hasta los más ridículos actos, hasta los más pueriles motivos– para encarnarse en la piel de esta particular pre-adolescente que quiere ser escritora, y aquí el otro viraje de su prosa, que suele abordar la vida de personajes comunes y cotidianos, sin grandes aspiraciones, cosa que Soli no es. Y es su voz la que nos atrapa, la que, sabiamente construida, nos lleva a recordar y sentir (la identificación es inevitable, más para las mujeres, más para las que escribimos y ya lo hacíamos a esa edad) esa frescura de los 13 años, que descubre todo por primera vez, que dice todo sin tapujos, y que por eso mismo puede mostrarnos la cara más cruda del mundo.
Pero además la riqueza de este libro está en cómo se va construyendo el relato. Por un lado está el diario de Soli, como catársis, como desahogo ante tanta impiedad del mundo, diario ínitimo que nos permite acceder precisamente a lo más íntimo del personaje, hasta los detalles más pueriles, casi vergonzosos o que ella siente así (aunque cada tanto nos advierte que estuvo releyendo y corrigiendo lo escrito hasta el momento y que ha reestructurado y eliminado cosas, aludiendo a ellas de manera marginal y dejándonos a todos los lectores (que damos por sentado que Soli existe, es real de carne y hueso) con la intriga, por ejemplo de ¡qué pasó con Héctor!); pero también como prueba y ensayo de su escritura (constantemente ella se va haciendo anotaciones respecto a lo que considera bien o mal escrito, a su forma de organizar o desorganizar el relato, e inconsciente, inocentemente, nos mete en el mundo de las escritores y de los escritoras en formación (cosa que, ya lo descubrirá ella, no acaba nunca), en su cocina). Por otro lado están los cuentos, relatos, poesías y hasta una novela trunca que ella va escribiendo, que se van mechando cada tanto con su diario. Y entre medio de todo eso, de forma indirecta está su historia, que se va percibiendo no sólo a través de lo que ella nos cuenta, sino también de cómo nos lo cuenta, cómo va cambiando su forma de expresarse y de posicionarse ante el mundo, y la valoración que hace de él y de sí misma también.
Por todo esto considero y consideramos, todos los que hemos aportado a la realización de este libro, que Solitùdine es una gran novela, y que merece estar al alcance de todos, que merece ser leída en los barrios, plazas y trenes, pero también en las universidades y demás instituciones literarias, y por todo esto es también un honor para mí estar prologando esta novela, de la cual también soy parte.

Anahí Ferreyra


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El Pachamama

La Periférica
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Las Desenladrilladores es una propuesta que apuesta a los escritores vivos, los que están el las calles, los que se desviven y muchas veces mal viven por darle cuerpo a sus palabras, porque tienen palabras corpóreas, llenas de peso, sentido, vitalidad. A los que hablan ahora, a los que nos hablan de ahora, a los han leído pero también han vivido, a los que leen y viven, y quieren con sus palabras hacer algo más que entretenernos o embellecernos un viaje en colectivo, quieren hacernos pensar, sudar, reír hasta que nos duela la panza o llorar hasta que se nos salgan todos los mocos, mover nuestros ladrillos internos para que se libere todo lo que allí se enquista y se enmohese.
Las Desenladrilladores surge para darle fuerza a todos estos escritores brillantes, a estas palabras nuevas a las que les cuesta abrirse camino.
La idea de este hazlo tu misma surguió en el 2007, cuando estaba por publicar mi segundo librillo-fanzine, Summersión, entonces me entusiasmó la idea (quizás sabiendo sin saber que entraba en un camino, que habría otros libros y librillos, de mi autoría y de otros escritores, a los que querría dar materialidad y sacar al ruedo) de ponerle “ediciones” algo. Un par de semanas estuve pensando nombres sin que ninguno me convenciera, y entonces, lo que estaba delante de mis narices se conectó con mi olfato, el dibujante con el que estaba haciendo Summersión trabajaba además en la composición de cajitas de fósforos pintadas con acrílicos, y tenía una secuencia de cajitas que ilustraba el trabalenguas citado en otra parte de este blog. Así fue como surgió Luna Enladrillada, nombre con el que edité ese y otras primeras ediciones de mis libros y fanzines, junto a otras editoriales pequeñas y autogestivas. Con el tiempo está poesía popular fue viajando cada vez más lejos en mi interior y cobrando más sentido que el de ponerle obstáculos a mi lengua, y me dijé sí, qué loco, como hemos llegado a ponerle ladrillos hasta a la Luna, o sólo están aquí, no sé, pero lo cierto es que casi no la podemos ver desde las ciudades de tantos ladrillos luces smog y falta de costumbre, y decidí cambiar el nombre de mi algoparecidoauna-editorial por El Desenladrillador. Pero con más tiempo tampoco me fue cerrando este nombre, principalmente porque soy mujer, y con el deseo de albergar también a más desenladrilladoraes, de ambos sexos sin que ninguno se le imponga a otro, surgió finalmente Las Desenladrilladores, con los que edito y editaré junto a otros artesanos de la palabra y la imagen, y que ya tiene en papel dos libros:
Matar un Elefante, libro de poesías de Ale Raymond con ilustraciones de Marcos Eleonori, Anahí Ferreyra (quien les habla), Andy Serantes, Javier Mabarack y Glenda Torrado.
Las Alturas, mi primer nouvelle, con ilustraciones de tapa y contratapa de Leonardo Occhipinti y prólogo de Dafne Mociulsky.

Ahora estamos trabajando con Sofía Lino en la reedición de Sólitudine, gran novela gran de Dafne Mociulsky, que esperamos pronto pueda estar en las manos de todos los que ansían leerla, o los que ya ya leyeron y esperan poder volver a tenerla para prestarsela a algún ser querido.

Anahí Ferreyra

1 comentario:

  1. Hola que tal. Bueno te felicito por todo tu trabajo, tu lucha y por... finalmente animarte a editar. A veces hay que animarse a saltar ciertos muros que nos imponen o los creamos nosotros mismos. Pero que siempre aparecen. Una vez que logramos saltarlos seremos libres y nuestras palabras volaran con cada brisa.
    Te mando un abrazo y a seguir adelante

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